Quiero expresar por medio del título general de esta obra que la novela es tomada, en un primer momento, como una estructura literaria universal. De alguna manera, esta estructura literaria alcanza una de sus mejores cimas en España, llegando así a lo que podemos llamar con toda propiedad Novela Española; sin embargo, al apelar a la universalidad del género, he querido evitar en lo posible las conocidas y ya viejas escuelas que se dedicaron a buscar influencias, paralelismos, plagios, etc., y que de esta manera enmascaraban un nacionalismo que no quería decir su nombre.
Buscar los orígenes de la novela universal es tarea de críticos que han de centrarse, lo quieran o no, en la explicación de un género que llamamos literario, y que lo mismo pudo nacer en China que en la India, si no se adelantó el Gilgamesh, en Mesopotamia. Para Occidente, es cierto que el modelo de las novelas griegas estuvo siempre presente, caso de Heliodoro, pero también es cierto que los modelos indios, persas, orientales en suma, también llegaron a Europa, sobre todo a través de España, y que se combinaron con los siempre clásicos modelos griegos.
Aceptada, pues, como género literario universal la estructura novelesca, al autor de este libro le toca historiar su aparición y desarrollo en un área bien delimitada que llamamos España, de modo que excluimos en su génesis el nacionalismo, pero no la territorialidad.
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